Te soñé en el frío del norte
te escuché en el medio del desierto
te pude ver arrojando comida a esos trenes que pasan por la frontera
ibas caminando al costado de la carretera
una noche en Oaxaca
gritaste desde ahí al universo
todas hemos tenido miedo
a una violación
estuviste a punto de casarte con un machista
solo por la residencia
y te acababas de separar de otro igual
con la mochila a cuestas
como única casa
atravesaste el corazón del Amazonas
le hiciste un escrache a Herzog
probaste
el San Pedro
pero te dolieron los ojos
de ver tantos camiones
cargando con todos esos árboles
malas noticias
no hay Ayahuasca contra eso
lo que hay es que esconderla
una se puede curar su propio cáncer
lo que no puede es salvarle la vida a la selva
los que van con palos
ya no son nuestros abuelos
delante de ninguna manifestación
son las forestales
estaba embarasadísima
como de nueve meses
cuando me hiciste ir a una clase de parto respetado
un montón de chetas
hablando de la sabiduría indígena
ese día me convencí
de que nunca iba a acceder a ningún tipo de salud prepaga
y decidí militar el aborto ancestral
pero vos llegaste a Guatemala a hablar con las parteras
hace tantos años ya de esto
y después, tiempo después, muchos años después que vos y que yo, murieron esas niñas, y murió ese médico, y antes fue el genocidio de las mujeres indígenas a manos de los soldados, pero vos ya habías caminado por ese lugar,
a paso rápido, pero pasaste también por ahí,
y después, tiempo después, muchos años después que vos y que yo, volviste a ser maestra, en una escuela comunitaria en México,
¡Tantas vidas, amiga ¡
estoy practicando curarme yo sola
como aquella vez que un auto te tiró de la bicicleta
y no querías ir al médico
porque eras migrante
y vos te curaste sola igual
a medias, pero igual
con secuelas, pero igual
como si otras cosas no dolieran…
como si no doliera el tren de Zona Sur al microcentro
con estas caras
como si no dolieran los amores
los hijos el alquiler las tetas
como si no doliera no querer otra cosa
otras cosas
te reportaste «en un ciber en París, sin plata y sin trabajo”
y te dije que te vayas a Marte porque te vivías mandando cagadas
como si tuvieras una molotov en cada mano preparada para cualquier momento
y después de eso me contó un amigo
que estuviste por la frontera con Alemania,
justo en momentos de fronteras cerradas,
que fuiste a Berlín,
a principios de la pandemia,
después al País Vasco,
que bajaste,
vos que siempre subías,
que bajaste,
hasta Marruecos,
que te quedaste otra vez en la frontera
y era julio y acá hace frío
y yo pienso que hace frío en todos lados
y me preocupa que hayas pasado noches sin manta y sin idioma
y después no sé cómo carajos te encontramos a diez kilómetros de Douarnenez
a mí a lo único que me sonaba Douarnenez era a un poema de Girondo,
como si tuvieras la extraña capacidad de volver realidad la ficción…
«a diez kilómetros del Puerto de Douarnenez» y una dice diez kilómetros, no son nada, pero no se caminan rápido diez kilómetros
y hay que ver si se caminan
«está en una casa okupa junto con un grupo de anarquistas, no la está pasando bien»
veo en las redes unas noticias:
“anuncian que pronto llega el EZLN a Europa”, no sé porqué me consuela creer que estás esperando a que los zapatistas lleguen al viejo mundo… “a diez kilómetros del Puerto de Douarnenez”, en la Bretaña Francesa…
***
Yo no tengo nada
más que mis manos
mi libertad y mi historia
mil veces te pienso amiga
y aunque estemos distanciadas
te recuerdo como a una hermana
me preocupan tanto
las rutas de tu camino
paso en vela
tantas veces
imaginando tu morada
tu mochila a cuestas
los dientes que nos rechinan…
tantas veces
me echaste una mano
después de haberme vos misma lanzado
a una intemperie que no conocía,
a veces te odio y a veces te quiero
así, como a la familia,
pero qué hubiera hecho yo sin ese desamparo
si es tan necesario como el cobijo
hermana
si hasta hubo noches
de un frío de muerte
que a la mañana parecía mágico
y ahora, después de años
hasta añoro como el fuego necesario en torno al que se contarán las historias,
al gas de la hornalla
que no nos abrigó
aquella vez en una callecita olvidada
de Zona Sur cerca de la Cancha de Independiente…
y yo te seguía
como las hermanas más chicas siguen a las hermanas mayores
como si fueras qué se yo
una maestra
o
una escuela…
y a veces te confundías tanto
como todas las diosas caídas de los cielos
iluminabas esos antros blancos de Buenos Aires
los gringos flasheaban
con tus trapos de oferta de El alto
los últimos tiempos acá,
como cualquier sabia
te habías colgado de aros
unas herramientas
que usaban los Incas
para trepanar cerebros…
vos tan terca con la historia siempre…
yo te estoy escribiendo esto hermana
para cuando seamos viejitas
y tengas ganas de venir a contarme
otra vez de tus vueltas por los cuatro mundos
en mi casa hermana
siempre habrá una habitación para vos.
***
A veces te veo
A veces nos veo
En otras personas
No, no llegamos tan lejos
Te vi de la mano con otra persona
Ese día de invierno en 2018
Cuando todas fuimos a la plaza
Y estaba tan, tan lleno todo que era imposible encontrarte
Pero te crucé en la marea
Impensada dos años antes cuando te fuiste y comenzaste a ser un punto de fuga lejos de mí
Pienso, qué hubiera sido de mí, de nosotras, si el invierno en donde todas pedimos aborto hubiera sido dos años antes
Veo a las pibas ese invierno, y dos diciembres después, cantando sin pausa, las observa mi yo del pasado, con alguna envidia, quiere ser ellas, quiere que vos no le faltes, ahora que te dejé de extrañar, escribo esto, sobre esa tristeza rabiosa que me habías dejado, no sé por qué… para enseñarme, como todas las hijoputeces en la vida, se hacen para enseñarle a una algo “muy importante” acerca de lo que mierda es vivir. Yo estaba muriendo en ese tiempo, ahora hago un back up de la computadora, y me encuentro con este no poema y lo reescribo, y le encuentro sentido, y me salen las palabras que ese ayer no encontraba: ¿Quién va a detenerte, la muerte, la edad, o una idea? No quiero cruzarte nunca más, ahora sí, nunca más. Ahora no quiero más de vos, ahora sé que las primaveras no son eternas.
A veces te veo
Alguien habla guaraní
O con acento
Alguien toma mate
Alguien despeina sus rulos al viento
Alguien se hace un tatuaje en el brazo
Le pide casamiento a su novia
Se olvida de los hijos que tuvo en su vida hetero
Los despide con un beso cariñoso
Los recibe siempre
Pero les dice adiós
Dice adiós a su otra posible vida
Acepta la cartografía de un mapa actual en donde faltan piezas
En donde no termina de encajar
En donde no está todo bien
En donde a veces tiene la mirada perdida
Pero la acepta a esta otra vida sin embargo
Quizás porque halla su nombre escrito en ella.
Melina Sanchéz
Buenos Aires, Argentina

Melisa Sánchez docente y comunicadora afroindígena. Militante de pueblos originarios desde cuando decir eso en Buenos Aires causaba risa entre los que oían. Profesora de literatura en escuelas secundarias. Cursa la carrera de Letras en la Universidad de Buenos Aires. Estudia, recopila y difunde literaturas indígenas actuales. Dicta el Taller de poesía indígena latinoamericana actual hace varios años, como diez. Ha colaborado en distintos medios de prensa alternativos: ANRED, ANCAP, Tramas, El Tintero de Salta, Feminopraxis, Kaos en la red. A cargo de la sección de Poesía indígena de América en la Revista Taller Igitur. Publicó poemas, reseñas y ensayos en distintas revistas literarias: Revista L.A.L.T., Revista Apóstrofe, Revista Anestesia, Carta abierta, Revista Extrañas Noches, Revista Sputnik, Revista Raíces El coloquio de los perros, Cinocéfalo. Participó de la antología y fanzine MIGRATIONS & MOVEMENTS. FALA ZINE. Fue una de las artistas seleccionadas para formar parte del 6to Festival Cuirpoétikas, de la Ciudad de Guatemala.