El monje guerrero

En el siglo XXVI, la humanidad se ha dispersado por las estrellas, dejando atrás una Tierra devastada por una guerra nuclear, la contaminación y los cataclismos climáticos. Nuevos planetas han sido colonizados, ofreciendo un respiro a los supervivientes. Sin embargo, en las sombras de este nuevo comienzo, un culto misterioso conocido como «El Orden» ha surgido, amenazando con desatar un antiguo poder destructivo enterrado en las profundidades del remoto planeta de “Obsidian”. En este escenario, Viktor Drakon, es el último representante de una antigua hermandad de defensores conocida como «Los Custodios». Viktor posee habilidades mejoradas y una conexión ancestral con la energía cósmica en la cual se conecta con meditaciones profundas. Vive en reclusión como un monje, meditando y manteniéndose en excelente forma física de su largo metro noventa de estatura y una musculatura ectomorfa, esperando el día en que llegue su llamado. Y ese día finalmente ha llegado.
Viktor está entrenando en las montañas del planeta helado donde vive enclaustrado, cuando siente una voz profunda resonar en su mente: «Soy el que soy”. La voz le revela que El Orden había descubierto los secretos enterrados en Obsidian y planeaba liberar un antiguo mal que podría destruir no solo a Obsidian, sino todo el sistema estelar. Solo él, con su destreza, estaba preparado para detenerlos. Con mucha diligencia, Viktor se prepara para su misión. Abandona el refugio que ha servido de claustro y emprende el viaje hacia Obsidian, un planeta oscuro y misterioso con paisajes volcánicos y antiguos templos llenos de peligros latentes.
Al llegar a Obsidian, después de una larga ruta que pone a prueba hasta un monje guerrero que comenzó con una pequeña nave guardada en una cueva, seguida de transportes espaciales que pasaban por diversas estaciones hasta terminar embarcarse en cargueros. Donde encuentra a Sylara, una exploradora intrépida y experta en tecnología alienígena. Sylara viajaba también para investigar las antiguas ruinas de Obsidian cuando descubrió que El Orden estaba realizando actividades en el lugar. Sabía lo peligrosos que son; asesinos entregados al espíritu de la muerte, y que no podía enfrentarse a ellos sola. La llegada de Viktor fue una bendición inesperada.
«Necesitamos toda la ayuda posible,» dijo Sylara, mostrando a Viktor lo que había reconocido, inscripciones antiguas que había encontrado, las cuales hablaban de un poder oscuro enterrado en las profundidades del planeta.
Mientras exploraban las ruinas, se unió a ellos Kael, un guerrero rebelde de Obsidian que había jurado proteger su hogar. Kael, siendo un nativo de este oscuro planeta, poseía un conocimiento íntimo del terreno y habilidades de combate. Juntos sopesan lo que está en juego y se une a la cruzada que emprende el monje guerrero y la experta. Aunque Kael tiene un espíritu libre y no le gusta atado, ni recibir órdenes de un grandulón como Viktor, pronto sopesa el bien y el mal de toda esta situación y ve que hay un objetivo común.
En Obsidian, El Orden, una base con sus seguidores, vestidos con túnicas negras y armados con rifles de rayos y granadas, además de magia oscura, estaban decididos a liberar el antiguo mal para conquistar el sistema planetario, y después, ¿ a qué más irían detrás?, así como unos chacales a su próxima presa. Liderados por su siniestro Gran Maestre, tenían la fe de que la destrucción y el caos traerían un nuevo orden bajo su control. Viktor, Sylara y Kael en su exploración, los habían encontrado en sus misas negras, adorando al espíritu de la muerte, sabían que debían actuar rápido. Cada momento de retraso acercaba a El Orden a su objetivo. Se infiltran en su base, enfrentándose a los seguidores y las trampas que aseguraban una muerte lenta y dolorosa. Viktor utilizó su conexión cósmica para percibir los peligros y guiarlos a través de los laberintos subterráneos. Mientras avanzaban, se encontraron con más seguidores fanáticos del Orden y criaturas oscuras desatadas por brujería ancestral. Cada uno con sus habilidades en artes marciales y su destreza con la espada demostró ser esencial. Sylara utilizó su conocimiento para reconocer las trampas y desactivarlas, mientras Kael luchaba ferozmente, protegiendo a sus nuevos amigos. En el corazón del recinto, descubrieron el verdadero objetivo de El Orden: un antiguo templo donde se encontraba el núcleo del poder oscuro. Según las inscripciones, este poder era una entidad cósmica sellada hace milenios por los custodios.
«La luz y la oscuridad coexisten en un equilibrio frágil,» explicó Sylara mientras leía las inscripciones. «Si liberan este poder, todo podría caer en la oscuridad.»
El Orden ya estaba realizando el ritual para liberar el antiguo mal cuando Viktor, Sylara y Kael irrumpen la vigilia. En ese instante, bajo la orden del Gran Maestre, los seguidores del Orden corren desesperadamente a capturarlos.
En ese momento, se improvisa una batalla por las vidas de este trío contra quienes buscan el destino final del universo. En esta feroz batalla, Viktor se enfrenta al Gran Maestre en un duelo de espadas. La energía cósmica fluye a través de él, sus choques con el metal resuenan con poder ancestral que se hace material con las chispas de los golpes. Pero el Gran Maestre, está empoderado por la magia negra, demuestra ser un adversario formidable. Sin embargo, Viktor, con la ayuda de Sylara y Kael, logró mantener la ventaja.
«¡No puedes detener lo inevitable, monje!» gritó el Gran Maestre, lanzando un ataque devastador.
«¡Todo tiene que permanecer en equilibrio!,» respondió Viktor, bloqueando el ataque y contraatacando con una fuerza luminosa que desintegró la espada del Gran Maestre.
Finalmente, con aquel movimiento, Viktor logra desarmar al Gran Maestre y detener el ritual, pero el sello del antiguo poder ya estaba debilitado. La Voz le habló nuevamente, alguien debía sacrificarse.
«El poder oscuro debe ser contenido,» dijo la voz. «Solo un alma pura puede sellarlo de nuevo.»
Viktor sabía lo que tenía que hacer. Observó a sus compañeros con una mirada que decía “Debo hacerlo”. Sylara y Kael, quienes imploraban a Viktor que intentara encontrar otra alternativa, el monje guerrero caminó hacia el núcleo del poder oscuro.
«Viktor, no,» gritó Sylara, comprendiendo su intención.
«No hay otra manera.»…

Francisco Araya Pizarro
Santiago de Chile

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