Hospitalidad

Sé desde niña que estamos hechos de tierra y siendo tierra, desde entonces, sé que la tierra duele. Y duele sobre todo la tierra donde se nace. De esa tierra recuerdo palabras, voces que son horizontes, imágenes que son sueños.
Me siento vieja cuando puedo recordar y joven cuando puedo olvidar el dolor de ser tierra.
Un día me monté en la «barca mundo» y mi viaje fue dejar la isla, caer en otro sentido lejano al de la fiesta. No estar ni aquí ni allá, despedazarme, abrirme hacia una orfandad, que lastima y muerde una y otra vez, a quién deja su tierra y deja con su tierra un poco de sangre.
Dejé mi tierra para vivir en Italia, para caminar París, para entrar por los cielos de Europa y cuando llegué, alguien me pidió que le mostrara las manos. Mis manos frías y pequeñas lo hicieron llorar y yo le dije «usted, señor, tiene muchos objetos y poca tierra. Usted necesita mis alegrías o al menos una de mis tristezas». El señor se quitó su chaqueta y la colgó en mis hombros y me dijo: » Niña, tú tienes frío y necesitas mis objetos».
Y aquí estoy, como una niña sin tierra, sin casa y con alguien frente a mí que se ofrece para que no tenga frío.

Forografìa: Marcela M (Estado de México, 1993) @solo_marcela.

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