Damián Andreñuk

2025

Lejos de las bestias

Aún escribo empecinado las palabras inocencia,
mujer, milagro.

Sé del vértigo en las piernas de toda prostituta.
Y poco a poco es más difícil mi amistad con la literatura.
No he querido transitar ningún camino
que no tenga los permisos de mi sangre.

Aún escribo empecinado las palabras alegría,
batalla, horizonte.

Hay quien confunde la pasión
con una oscura conveniencia.
Hay un refugio inalterable
al fondo del espíritu.
Hay un ardor o un sentimiento
que se pudre en nuestro pecho
si nunca lo decimos.

Aún escribo empecinado las palabras naufragio,
nube, colibrí.

A veces me he clavado en la cruz de la desesperanza.
Nunca es inofensiva la idiotez desfachatada.
Escupitajos y veneno arroja la soberbia.

Aún escribo empecinado las palabras arcoíris,
verdad, luciérnaga.

Antípodas

Existe una mujer
cuya presencia deja imperios en el aire.
Sus palabras son magnéticas y verdaderas.
Es tan bella, tan libre, tan luminosa
como prados o lagunas o constelaciones.

Existe una mujer
como el más verde colibrí.
Como un rubí perfecto.
Como la paz en la cumbre
de nubes y montañas.

              *

Existe una mujer
con un odio endurecido en la mirada.
Habla un lenguaje tenebroso que le dicta la avaricia.
Se llena y regocija de placeres animales.

Existe una mujer
como una hiena envilecida
devorando a sus crías.
Como la tóxica energía
que desprenden los asesinatos.
Como una sucia cueva oscura
donde habitan cucarachas y demonios.

Pétalo turquesa

Quiero adiestrar a mis panteras de la angustia.
A mis murciélagos del vicio.
A mis cangrejos del odio.
He tenido la conciencia oscurecida
creyéndome despierto.

Traté de confrontar a la vejez
viviendo sin temores cada día.
Traté de darme luz con un pétalo turquesa.
Traté de recordar que una mujer que me sonríe
vale más que el arcoíris o que el oro.
Una mujer apenas real
con una fuerza de otro mundo
que deja su gracia formidable como una bendición
a quien la necesite y la merezca.
No una mujer como una planta venenosa
que se ríe torpemente satisfecha
de esa tóxica delicia que es su cuerpo.

Damián Andreñuk
Villa Elisa, Buenos Aires, Argentina

Acuarela: Pedro Toro

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