Tavita Barriga Silva

Brindis de la vida


He aquí, de madrugada,
estoy prisionera de mi soledad y mis recuerdos.
Pienso en la rutina agobiante y cansada,
esclava del sistema, me mata, me trascuerdo
al beber, gota a gota, de mis recuerdos flotantes.
Fotografía tras fotografía roban mi aliento,
son como fantasmas y reflejos en el vino relajante.
¿Pero cuál es el mejor momento?
¿Será el que es como un alba, o aquél como un ocaso?
Mejor no preguntes nada.
Solo sé que es mejor embriagarse de vino y su abrazo
que embriagarse de amor y ser traicionada.
Y así, mientras bebo, sonrío al pasado
con el tictaqueo de mi reloj,
para brindar por las cosas que he disfrutado.
Brindo junto a mi copa y mi mesa de alioj:
por mi madre, y por todas las madres,
por mi padre lejano, y por todos los padres.
Por hermanos y hermanas, de sangre o del alma,
por los amigos que hoy descansan en calma,
por quienes, en la vida y sus caminos,
me dieron su mano, su consejo, su abrigo.
Por la niñez que aún vive en mi corazón,
por los poetas, sus letras, su inspiración.
Por los amores eternos y los olvidados,
por mis logros y por los intentos fracasados.
¡Oh, qué hermoso el sonido de las copas al chocar!
Tan bello como el gorrión y su cantar.
Brindemos por el simple hecho de vivir,
por un mundo que merezca persistir.
Por la esperanza en la humanidad,
por la paz verdadera y la libertad.
Por el fin de la guerra y la indiferencia,
por un mañana de amor y coherencia.
Por los gobiernos que olvidan al pueblo,
y las creencias que se vuelven infierno.
Hoy quiero brindar por las cosas buenas,
aunque no me alcance este verso ni a mano llena.
Brindo por la Madre Naturaleza,
por el mar que me envuelve de pies a cabeza,
por la Tierra que sostiene mi andar,
por el Sol que me abriga al despertar.
Por cada estrella que en la noche titila,
por el agua que canta, clara y tranquila.
Por el ciclo de la vida y su evolucionar…
¡Sí! Brindo por la vida y su cansado caminar.




Utopía


Cuando por fin se acaba cada jornada diaria
de este sistemático mundo rutinario,
¡agotada!, rendida en los brazos del descanso…
¡De pronto!, tu tenue voz comienza a seducirme.
Se manifiesta, me tienta, me acompaña
en la silente soledad de mi fría habitación.
Me transporta a un cosmos perfecto,
donde habita mi yo interior,
mi universo de innatas y propias ideas.
¡Frías, ilícitas, razonables, insurrectas!
Solo somos tú, yo y la libertad,
gozando de una soberanía sigilosa.
Mezcla perfecta, deseada y natural:
peligro, aventura y oscuridad.
Sin límites, sin horizontes,
sin estorbo, sin interrupciones…
¡Volar! ¡Volar!, por el infinito cielo
esclarecido por mil haces de luz
de astros aún desconocidos.
¡Tú!, el infaltable, el tenaz,
que me haces retornar a mis cerradas visiones:
pensamientos, sueños, fantasías,
ideologías, creencias, sabiduría.
Susurrando con tu voz celestial
en un mundo real de mi interior racional.
En las estáticas horas de la noche,
ansiosamente te espero con los brazos abiertos.
Te doy la bienvenida y me ofrezco como rehén,
para que me emancipes en tu universo.
¡Ser libre! Sin límites,
correr tomada de tu mano,
por ese mundo que solo tú y yo habitamos:
nuestro utópico mundo casquivano.


¡Libertad!


¡Libertad!… exclamada una y otra vez,
legendaria libertad en esta sociedad,
utópica libertad que muchos creen poseer.
Se dicen en libertad y son esclavos de su alma,
de su cotidianidad, de su rutina,
del reloj, del calendario, del dinero…
¡Pseudolibertad!
Solo son esclavos en busca de la libertad.
Creen ser libres por poder caminar,
pero son esclavos del camino.
Dicen ser libres por poder hablar,
pero son esclavos de las críticas
y de lo que piensan los demás.
Dicen ser libres por poder imaginar,
pero son esclavos de su destino
y de luchar contra lo difícil
de ser libre sin libertad.
Aves enjauladas, peces en la pecera,
hombres prisioneros, flores arrancadas,
árboles podados, labios apretados,
rabia acumulada, ideas perseguidas,
dudas prohibidas, muchos escondidos,
tierras invadidas, humanos sometidos,
hombres explotados, inocentes asesinados,
muertos en la hoguera, el justo ajusticiado,
besos clandestinos, versos censurados,
miedo compulsivo, ojos vigilando…
¿Dónde estás, libertad?
¡Libertad!, tu nombre verdadero,
que pronuncio en las tinieblas, en la oscuridad,
en la soledad, oculta en el rincón de mi verdad.
Los cercos, los alambrados,
los límites, los tratados,
los campos minados
no deben detener tus ansias de volar.
¡Sé libre! Como el sol en la alborada,
como el mar cuando sus olas mece,
como el ave con sus alas por el aire,
como el viento que corre en libertad
por los desiertos, por los campos,
por las costas y las ciudades.
¡Vive libre! Haz volar tus ideas,
sueña, imagina,
haz brotar tu libertad.                                                                                                                                                                        Libertad es este sentimiento
que recorre mi interior
cuando escribo estos versos.
¡Libertad!, yo clamo
por mí, por ti y por todos los demás,
para que gobierne la paz en este mundo esclavo.


Thavi

Bulnes, Chile.

Arte de Simón Villorín.

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