Clan Kütral Nº002 / Agosto
De niña, me encantaba ir con mi abuela a todos lados. Ella era la mujer de mi vida. Era bella y me amaba profundamente.
Iba con ella de vez en cuando a la playa y ella me enseñaba cosas nuevas todas las veces. Me tomaba de la mano fuerte cada vez que entrábamos al agua, dándome la sensación de seguridad que necesitaba.
Juntas metíamos las manos en la arena y yo sostenía todo lo que podía. Luego las sacaba fuera del agua y miraba a ver qué tesoro había encontrado. Esos tesoros podían ser piedrecitas bonitas, cositas raras, palitos, qué sé yo. Luego guardábamos las más hermosas y las llevábamos a casa.
Un día, al llegar a casa, me mostró una concha de caracol y me dijo que podía escuchar el mar dentro si la ponía en mi oreja. Y yo, entusiasmada, la dejé poner la concha y escuché.
Y ahí estaba, al fondo y hermoso cantaba el mar. Cerré mis ojos y sonreí. Ella movía muy suave la concha, separándola y volviéndola a pegar de mi oreja. Y yo podía escuchar las olas ir y venir. ¡Era mágico!
Después crecí y la mujer de mi vida murió. Después crecí y llegaron mis miedos al mar.
Pero ese sonido, el de ese día, con la conchita de caracol en sus manos, jamás lo olvidaré.
Medusa
