Y es que nunca me había dado un abrazo
hasta ahora
nunca sentí mis manos acariciando mis hombros
«está bien» me dije
«puedes llorar, puedes sentir, está bien, eres libre»
mientras marañas contraídas en mi pecho
comenzaban a desenredarse
lentamente, con desconfianza innata
con dirección cauta
«me tienes a mí, podemos hacerlo»
me dije mientras recorría mis rizos,
mientras acariciaba mi rostro
mientras, con los ojos cerrados
recorría el sentir
y me atreví
quise de una vez, sentirlo todo
«vamos por parte» recordé
«Que para sanar se recorre lento, pero firme»
y comencé a caminar
de pronto ya no me encontraba en mi habitación
abrí los ojos y solo estaba yo
y me asusté al ver tantos parajes oscuros
densidades retenidas, profundas y sombrías
el miedo me congeló
y sentí mi mano en mi hombro
«tú eres la luz, tú puedes alumbrarlo todo»
recordé, dándome aliento
continúe recorriendo, apenas respirando
pero siguiendo mi intuición
continúe avanzando
iluminando con presencia
la introspección
y cuando mi garganta tembló
me detuve a aprender
recapitulando memorias
insertadas en lo profundo
olvidadas y no resueltas
prisioneras de la sombra
continúe andando
haciéndome cargo
apretándome más
sintiendo mi calor
mi afecto y dulzura
mi luz crecía
y yo más desnuda
abrazándome
cubriendo cada lugar
con cuidado, atención y paciencia
librando temblores, iluminando sombras
asuntos pendientes
aquí de frente
conteniéndome, observando
sin resistencia
a lo que es.
Ya cansada, abrí los ojos lentamente
el sol de la tarde se colaba por la ventana
iluminando la habitación y todo lo que habitaba
partículas de polvo suspendidas, brillando, existiendo
todo lo iluminado simplemente es
libre como lo que ilumina
ninguna de sus partes depende de la otra
simplemente coexisten en un mismo son.
Entendí y volví a abrazarme, agradecida
Brenda Durney
Chile

@panchofariasfotografo