¿Y qué si quiero desatar mis caballos contigo?
¿Y qué si me da la gana de galoparte,
de escribirte un poema que sepa a calores de lascivia?
¿Y qué si la punta de los dedos o la punta de la lengua?
¿Y qué si se va dilatando este pezón izquierdo
por el candor de tu caricia y tu boca hambrienta?
¿Y qué si te miro y me miras y nos miran?
Mejor no me pregunto, porque seguro respondo…
Que se van mis caballos contigo como un puñado de olas blancas,
que te galopo desenfrenada y apacible confiada en tu trote azabache.
Mira que te escribo un poema con mis ganas,
esas que estaban acurrucadas.
Que la lengua y los dedos, la tuya y los míos,
sin importar el orden, sino el desorden…
Que me da lo mismo si tu boca o tu mano aquí en mi pecho,
eres el que desata pasiones.
Que una mirada nuestra se anula el espacio
y los seres flotantes se derriten
Teresa Del Monte
Chile
