Oscuros tiempos y el silencio abrió mis venas hasta la última gota de sangre, mi compañía fueron los demonios con su veneno esparcido por el aire de los pasillos de ese purgatorio, la soledad encadenada a mi sombra estaba y él dejó lo que parecía un invierno eterno.
Engañaron al mundo mis sonrisas de porcelana, por años hui de un cazador, el abandono fue todo lo que alguna vez abracé, las olas del mar me arrastraron al lacerante compás de la monotonía. La última vela se apagó y un relámpago mató un acebo.
En otoño una hojarasca te arrastró a esta tierra sin esperanza, donde la mentira fue siempre verdugo del amor; ahí estabas tú, mi sueño de infancia, con aquel traje negro, rebelde cabello, piel de nieve. Fuiste arte que bebieron mis ojos secos por la ausencia de ese gran amor. Tras aquel primer encuentro, comencé a buscarte por el otro lado de la luna cada noche, a tus versos trazados con tinta de estrellas en un cielo muerto y luciérnagas bailaron dentro de mí.
La poesía de tus ojos disipó mi tristeza cuando me miraste, entonces la primavera renació alrededor después de aquella catástrofe.
¡Amigo mío, tú le faltabas a mi vida!
Yo ya no comprendo al tiempo, por veinte años él pintó de nubes grises mi cielo, pero a ti una hora te bastó para el sol regresar. Desplomados yacen los castillos del príncipe y ahora un poeta reina los ecos de mis latidos.
Hoy quisiera vivir otra vez la primavera…
Pero sólo tengo una banca vacía y este ciprés a mitad del camino luego de aquel verano. La muerte entre sus brazos te apartó de mí, celosa y posesiva. Arrancar quiero los músculos con mis uñas, rasgar el papel hasta perder la mano y triturarme los dientes, quemar mis libros por verte una vez más. Soy Dante caminando a lo largo de este averno para llegar al paraíso, atrás de esta neblina de lágrimas un secreto en mi garganta se clava hasta arrebatarme la respiración, el verano sepultó al amor. Años de estaciones aún faltan para percibir de nuevo el aroma de tu chamarra negra…
¡Oh, cruel asesino el verano fue!
Otoño regresó sin ti, con tu fantasma incrustado en las paredes, petrificado en un marco negro al que me aferro entre besos y penumbras de mi dolor. Hoy en invierno, como un cuervo lloro al pronunciar tu nombre, frente a la cerradura de otra habitación que aún no puedo atravesar. En la ventana de mis sueños se cuela tu existir, ¿puedo permanecer ahí a tu lado para siempre?
Todas las mañanas mis párpados llaman a la muerte antes de prender su luz a un mundo oscuro donde tú ya no existes, mi única tabla en medio del mar me ha soltado a la deriva, ¿de qué sirve la vida ahora? En las letras, en la pintura, en toda forma de arte estoy buscándote, sigo cada rastro de ti, a tu alma quiero tallar en mi cuerpo como un tatuaje azul de mi destino.
Krizia Tovar
México
