Estamos hechos de estrellas. Somos el mecanismo que
permite al universo conocerse a sí mismo.
Carl Sagan.
¿Sabes? El encierro nos ha afectado más de lo que creemos. Es sábado pero no me importa, ya da igual en que día estemos. Prefiero pensar que no existen más los días de la semana. Hoy me miró fijo a los ojos cuando me dio la humeante taza de café y me preguntó ¿Eres feliz? No le dije nada, sólo sonreí. Nunca me lo había preguntado tan en serio y eso me preocupa.
Desde hace semanas noté en ella algo distinto. Hay en su mirada algo más allá de lo físico, es algo que no sabría explicarlo. La he visto más liviana, como si levitara. Desde que papá nos abandonó, bajó mucho de peso, pero ahora se mueve como si tuviera veinte kilos menos de carga emocional.
Me extrañó que en estas últimas semanas llamara por teléfono a la abuela para platicar, como años atrás. Supongo que es este maldito confinamiento. Tal vez han olvidado todo lo que ocurrió y lo mal que se llevaban. Parece que mamá ya no quiere flotar en la soledad que se encontraba. Dice que no le pedirá a Roberto, su novio, que viva con nosotras. Anoche cuando servía la cena, se soltó a llorar. Me confesó que no quiere darme un padrastro y que me hagan lo que a ella le hicieron. Dice que, a diferencia de su madre, no fingiría no darse cuenta, que me defendería con uñas y dientes.
No sé qué tanto ha perdonado a la abuela, sólo sé que desde hace días me abraza como un náufrago aferrado a una tabla mientras, frente a la ventana, vemos las estrellas agrupadas.
Fabiola Morales Gasca
México
