A la sombra de tus senos mis ojos se iluminaron de parsimonia,
cántaros donde mi lengua desea navegar apacible,
golondrinas en libertad,
atrapadas en las redes de mis manos,
con las yemas de mis dedos,
el calor moldeaba tu cintura,
al descender con inocencia,
yo quería beber la estrella incandescente
que resguardaban tus muslos,
guardaste las palabras para después
y solo expiraste un canto de largo aliento,
tu voz parpadeaba como arrebol infantil,
mientras tu espalda se arqueaba
cual luna menguante que
exigía reventar el cielo,
tus piernas oscilaban inquietas y contraías tu pelvis,
su marea de flores vistió mi lengua con primaveras,
como flor ahogada bajo la lluvia,
como pez frente a la inmensidad del mar,
me ceñí a tus deseos para refugiarme en tu memoria,
tu rostro claro florecía en ausencia del tiempo,
a la orilla de la noche naufragamos
en una cama hecha de caricias,
buscamos el sendero de la tranquilidad,
para alimentar nuestras almas con la tentación del fruto del edén.

Guillermo Gonzaga de Jesús
Ciudad de México, México
Estudió Letras Hispánicas en la Universidad Autónoma Metropolitana. Escritor y editor del proyecto editorial Tinta Sólida. Ha sido publicado en diversas revistas y antologías poéticas, impresas y digitales. Tiene publicados los libros de poesía: Poemas escritos con la Lengua, Palabra Rota, Poeti(li)ca y Claudicar.