La cueva del diablo

Un grupo de amigos, Enrique, Omar y Nahum, todos de 19 años y compañeros de universidad decidieron visitar la cueva del Diablo, ubicada en la zona montañosa del valle de Orizaba en el estado de Veracruz, listos para vivir esa experiencia y convencidos por Alejandro, de 20 años, un muchacho con preparación en espeleología, quedaron muy formales en salir el sábado a muy temprana hora, ya que tenían que caminar por 2 horas, por un camino sinuoso y elevado que servía de preparación para los runners, la cueva no estaba muy lejos de ese lugar, en el majestuoso cerro del borrego.
Llegado el día los exploradores se reunieron en el lugar acordado, con algunos elementos que les facilitarían el descenso a dicha cueva, cuerdas, lámparas, rodilleras, coderas, guantes, mochilas con alimentos y mucha agua.
Empezaron a caminar con dirección al cerro, ya que los vehículos no podían pasar y las bicicletas usualmente utilizadas por estos jóvenes, en esta ocasión la elevada pendiente, hacía que fueran una carga, más que una ayuda, así que las dejaron en sus hogares.
Alejandro aprovechó el camino para explicarles algunos conceptos y tips que los ayudarían en su seguridad al bajar por la peligrosa gruta, él no había bajado nunca, por lo que durante varios días investigó datos que lo ayudarían a conocer el terreno inexplorado.
Explicó que había descubierto ¿Por qué? le dicen la cueva de Diablo, incluso que había muchas otras cavernas que llevaban ese nombre, la historia más común de exploradores que bajaban por esos caminos subterráneos, era que veían cosas fuera de esta realidad, cosas paranormales, pero la explicación científica hablaba sobre alucinaciones provocadas por la falta de oxigenación en el cerebro, ya que si estabas mucho tiempo dentro, acabarías afectando tu cuerpo y mente, por lo que era recomendable no tardarse mucho dentro de esa formación geográfica.
Todos estuvieron de acuerdo, incluso bromearon sobre dejar o cachetear al primero que empezara a alucinar, en el camino se encontraron a corredores que entrenaban desde temprano para competencias futuras y a quien lo hacía solo por mantener la salud en buen estado, pero poco a poco, mientras se adentraban en el frondoso bosque de coníferas, se iba reduciendo la presencia de estor runners.
Por fin llegaron a la cueva, no era lo que esperaban o lo que muchos se hubieran imaginado, estaba a unos cuantos pasos del camino principal y la entrada era una grieta en el suelo angosta por donde alguien con sobre peso, se quedaría con las ganas de vivir esa experiencia.
Las cuerdas que traían consigo eran muy largas, por lo que no habría problemas para amarrarla en un tronco sobrepuesto frente a esta entrada, enrique amarró fuertemente la cuerda y soltó el sobrante, para que funcionara como pasamanos de sus amigos.
Alejandro empezó a pasar primero por la grieta en el suelo, después lo haría Nahum, ya que era el más corpulento del grupo, así sabrían de una vez por todas si loa acompañaría o tendría que esperar afuera. No tuvo problemas, solo un pequeño raspón en la panza, que para su mala fortuna no le impidió visitar aquel lugar; Omar fue el siguiente y Enrique el último, empezaron bajando por una empinada vía arcillosa que dificultaba el plantar bien los pies ya que estaba muy resbalosa. Sujetándose fuertemente de la soga, comenzaron a descender donde la luz ya no era admitida y la obscuridad reinaba. Recorrido cuatro metros, encendieron las lámparas de mano y cada uno la coloco en un lugar cómodo de su atuendo, ya que los cascos con luz, no fueron conseguidos para esa exploración.
Llegaron al primer nivel, Omar sacó una vela de las cinco que guardaba en su mochila, la encendió y roció poca cera en una roca que sobresalía de la pared, al tratar de colocarla percibió a miles de insectos que corrían lejos de la luz y se refugiaban dentro de los huecos de la enorme piedra, se sorprendió, pero recordó lo que había mencionado el guía, así que pensó que tal vez era su cabeza que le proporcionaba su primera alucinación.
El vaho producido por la exhalación de los exploradores era impresionante, ya que la humedad producía bajas temperaturas y dejaba ver todo ese vapor que los entretuvo un instante, una vez en piso firme caminaron por el largo sótano hasta llegar a una nueva grieta en el suelo que conducía a otro nivel, ataron la segunda cuerdo a la primera y la dejaron caer por dicha abertura.
El segundo nivel era diferente, este no tenía paredes, o más bien no se veían, a pesar de que alumbraban por todos lados no sabían a qué distancia estaba el suelo, la estrategia era llegar hasta el final de la cuerda y tratar de alumbrar para saber a qué distancia estaba del piso firme.
El encargado de hacer dicha hazaña era Enrique, quien tenía aptitudes para escalar, ya que practicaba alpinismo, así que hizo nudos de agarre a la cuerda y comenzó a descender, después de bajar por más de 5 metros, seguro de ver el suelo, decidió soltarse, al caer se golpeó la cabeza y quedo semi inconsciente.
Sus amigos estuvieron gritando, tratando de saber si estaba bien, él solo sentía un líquido cálido que recorría su rostro y una luz blanca que atraía su atención, parecía una salida; de pronto sintió a Nahum, que le hablaba preguntándole ¿Cómo se encontraba de salud?, ya que se había descalabrado y brotaba de la herida, preocupante cantidad de sangre, sin embargo él no quería irse y le decía a su compañero que existía una salida al final del sótano, Nahum le recordó que estaba viendo una alucinación y que hiciera caso omiso de dicha aparición.
Con enorme esfuerzo, fue subido a donde se encontraban todo el equipo, en consenso suspendieron la exploración y abandonar la cueva para trasladar a su amigo al hospital más cercano.
Se llevaron una desagradable sorpresa, la cuerda que ocuparon para entrar en la cueva se había soltado del tranco del árbol y al jalarla entro completamente hasta su ubicación, estaban atrapados ¿cómo era posible que se haya soltado la cuerda?, Enrique era muy bueno haciendo nudos, tal vez alguien afuera les jugo una muy mala broma, intentaron subir por el camino empinado, pero fue imposible, la gravilla hacía que cualquier intento por salir fracasara rotundamente.
El tiempo empezó a transcurrir, el vendaje utilizado en la cabeza de Enrique se tornaba color carmín, Nahum y Alejandro gritaban, auxilios y socorros, para alertar algún posible corredor esta problemática, la desesperación poco a poco se apoderaba del grupo, Omar decidió colocar más velas preparándose por si debían pasar la noche en ese frio lugar, cuando se acercó al acceso para el segundo sótano, vio la sombra de un hombre salir del agujero, dirigió la luz de su lámpara hacia él, pero inmediatamente saltó hacia una de las paredes y empezó a escalar sin ningún equipo que lo auxiliara ¿Qué diablos es eso? Pensó, ningún ser humano podía moverse de esa manera y menos por una pared, parecían movimientos como los de algún insecto tratando de salir de ese lugar.
Nuevamente pensó que era víctima de las alucinaciones, pero jamás imaginó que fueran tan reales, tuvo que ser producto de su cabeza pues nadie comento nada sobre aquel sujeto, aunque todos tenían cara de terror, tal vez sea mejor creer que fue mi mente la que le jugó una experiencia grotesca.
Enrique despertó y se empezó a quejar de dolor de cabeza, además de mencionar la frase “el señor dice que allá esta la salida” señalando el agujero del segundo sótano, esto empezó a causar mucho miedo en todos los del grupo ya que sabíamos que empezaba a alucinar y no se encontraba en sus cinco sentidos.
— ¿Cuál señor? Allí no hay nada — pregunto Alejandro.
— El que habita en la obscuridad y camina en las paredes — contestó Enrique abriendo los ojos y sujetando fuertemente el brazo de Alejandro.
Los gritos de Nahum dieron resultados, se escuchó una voz que preguntó — ¿están bien?, ya avisé a los bomberos.
La alegría los invadió, empezaron a abrazarse, sabedores que todo resultaría a final de cuentas bien, al cabo de media hora los bomberos arribaban al cerro del borrego, al rescate de jóvenes que quedaron atrapados en la misteriosa cueva del Diablo.
Una vez estando fuera y con equipo para trasladar al enfermo, Nahum giró la cabeza para ver por última vez la entrada a la cueva que los mantuvo atrapados y vio a un señor sentado en el tronco donde habían atado la cuerda, y dentro de su cabeza escucho una voz endemoniada, que le dijo — ¡Espero su regreso! —

J. Alberto A. Torres
Xalapa, Veracruz, México

Foto: Pichidangui, Región de Coquimbo, Chile.

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