Supongamos que no han pasado las semanas, que la distancia no es tan larga, que tus labios no han sido de otro, que tu piel no ha sido prestada, que tus ojos no han visto otro cielo, que aún vienes de noche. Que te espero desde la ventana, que aún dejo flores a un lado de la cama.
Supongamos que mi piel aún se sabe tu nombre y que lo susurra cada vez que mis labios lo obligan a decir otro.
Supongamos que vienes de noche, que te espera una puerta abierta, una cama suave y este hombre.
Supongamos que vienes y no dices nada.
Supongamos que no pregunto nada.
Supongamos que no ha pasado el tiempo, que la noche siempre ha sido larga. Que tu cabello siempre ha sido corto, que tu piel siempre estuvo tatuada.
Supongamos que no tenemos que decirnos nada.
Supongamos que tal día, en tal lugar, a tal hora, no pasó nada.
Supongamos que no se azotó la puerta, que no perdiste las llaves, que nunca te fuiste.
Supongamos que pienso en eso cada mañana.
Supongamos que te echo de menos,
¿Vendrías?.
Luis de Farro
Cuernavaca, México.
20 años.
