Fue entonces cuando llegó a su casa, cansada, decidida a darse un baño.
Llenó la tina, se sirvió una copa de vino y se abandonó en el recuerdo de aquel artista que la retrató mientras ella era su modelo vivo. Esas cualidades que había descubierto. El recuerdo la llenó de éxtasis, se hundió en lo más profundo de la noche. Se resistía a renunciar a él por alguna razón que no tenía muy claro.
A lo lejos, en el corazón de la noche oyó unos pasos, invadida por el susto, por el temor a lo desconocido salió violentamente. De repente aparece él. Guiándola, la lleva hasta la cama. Ella, le desabotona la camisa y lo besa en el cuello. Él, con esas manos tan suaves, la toma por los hombros, le separa las piernas y recorre ese camino sinuoso que tantas veces ella imaginó.
Se puso de espaldas y se sintió invencible, notó en la penumbra su cara y su respiración agitada.
Gimieron, aullaron (por decirlo de alguna manera) y terminaron de la manera más dulce.
Antes del amanecer él se ha ido.
Ella piensa para sí: Si estamos destinados, yo te encontraré y tú me encontrarás.

Soledad Bacigalupo
Argentina
Nació un 22 de agosto en Quilmes provincia de Buenos Aires. Cursó en UNA Restauración y Conservación de Bienes Culturales. Ama el arte en todas sus formas y esta es su primera vez que publica un texto.